Que fácil es deprimirse por cosas que sabemos que tienen una solución,
Que fácil es aproblemarce por situaciones que no tienen ni pies ni cabeza,
Que fácil nos es contarle ciertos problemas al mundo,
Que fácil es ponernos una venda en los ojos y querer ver lo que la imaginación quiere ver,
Que fácil se nos hace hacernos los desentendidos en con aquellos que no nos caen bien.
Pero que fácil nos resulta escuchar a un amigo,
Así como prestarle nuestros oídos para que sea escuchado,
Los ojos para que se sienta atendido,
Nuestras palabras con consejos para que logre orientarse en su desentendida vida.
A veces necesitamos ser amigos de nosotros mismos...
Y tal vez ser capaces de no deprimirnos por situaciones que parecen caóticas.